El incendio

La historia del incendio más importante de Toledo

Los desencadenantes


El 28 de junio de 2019 España estaba sufriendo una intensa ola de calor. En la ciudad de Toledo, un inusual y fuerte viento, con una dirección dominante muy poco habitual en esa época del año (viento del este, uno de los que menos suceden en Toledo), hacía que las condiciones ambientales fuesen realmente peligrosas.

Con el termómetro muy cerca de los 40º C, una humedad relativa bajísima y esas fortísimas rachas de viento, el riesgo de incendio era extremadamente alto. Desgraciadamente, lo que parece (a falta de esclarecer por completo la investigación) una negligencia humana hizo que se iniciara un incendio en la finca Loches, muy cerca de la ciudad y a pocos metros de las urbanizaciones de Montesión y San Bernardo.

El mayor incendio de Toledo


Había comenzado el mayor incendio de la historia reciente de Toledo y el mayor de Castilla-La Mancha en las cercanías de una gran población. Propagado a gran velocidad tanto por el viento como por la sequedad del terreno y la abundancia de combustible (vegetación), el incendio afectó a unas 1.500 hectáreas de monte mediterráneo de gran valor ecológico, ambiental, y paisajístico y además puso en peligro a las viviendas cercanas.

Gracias a algunos cambios en la dirección del viento y a la labor de los medios de extinción finalmente no hubo que lamentar víctimas humanas y prácticamente la totalidad de las viviendas se libraron de las llamas (solo algunas sufrieron daños materiales).

Las características del incendio


Las especiales características de este incendio (entorno semiurbano y cercanía a un gran núcleo de población) hicieron que tuviera un gran seguimiento mediático a nivel nacional y provocase una importante preocupación social.

Es importante, incluso en las circunstancias más adversas, buscar las facetas positivas de estos acontecimientos que afectan a nuestro medio. En el caso del incendio de Montesión confluyen varios factores que pueden resultar muy útiles para convertir una desgracia en una excelente oportunidad para la ciencia, la educación ambiental y la prevención en el futuro de sucesos similares. Este observatorio quiere ser útil en este sentido.

El fuego, una parte del ciclo de la vida


Será importante por ello transmitir que, pese a que un incendio no es un evento en absoluto deseable en lugares con elevado valor ecológico, la ciencia nos demuestra que al fuego debe vérsele como una parte más del ciclo de la vida, presente en el clima mediterráneo desde hace miles de años, siendo un factor al que nuestras plantas se han conseguido adaptar.

Es también importante que la sociedad entienda qué procesos se desencadenan tras un incendio y qué debe hacer el ser humano ante ello.

Ello permitirá explicar a la ciudadanía las decisiones que la administración tome en base a criterios técnicos. Estas decisiones serán en algunos casos activas (intervenir para favorecer o acelerar ciertos procesos) y en otros pasivas (dejar que ciertas zonas se regeneren de manera natural con la menor injerencia humana) y es bueno que la población comprenda el porqué de cada una de estas decisiones.

Por ello, poder generar este observatorio de la evolución de un modo atractivo y adecuado visualmente, con imágenes tomadas por miembros de la Asociación Fotográfica de Toledo con gran calidad, siempre desde los mismos puntos, de forma periódica, es de vital importancia para esa conciencia social del papel del fuego en nuestro clima.